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Foto del escritorMarta Cuba

Simbolismo xacobeo: barca/tumba

Continuando con el simbolismo xacobeo queremos hoy adentrarnos en el simbolismo de la barca/tumba y el arca.

La barca es uno de los más antiguos símbolos cristianos, representa la coyuntura espiritual de cada ser humano, sin la cual cualquier proyecto de vida se hunde o puede ser vencido por una tempestad. La barca pone de relieve que lo importante es con qué fin navegamos, a donde vamos, porqué y cuál es el destino del viaje. Pero además qué estamos dispuestos a hacer durante la navegación por los demás que están abordo.

En este pasaje, David nos habla de los niveles de profundidad espiritual que experimenta, sumergido en un océano de Dios que lo ha tapado por completo. Así como en la orilla las olas nos golpean con más fuerza y pueden llegar a herirnos, lo mejor del océano se disfruta en la profundidad, de igual manera que lo más grande de Dios se conoce en intimidad y comunión profunda.

OrigenLos símbolos cristianos que, a principios del siglo tercero, nos ofrece Clemente de Alejandría son básicamente el pez, la paloma y la barca, sin hacer referencia en ningún momento a la cruz o el crucifijo. Como nos cuenta Eliseo Ferrer en su blog: 

Y así como la cruz ya era, antes del cristianismo, un símbolo universal que había sido utilizado desde la más remota antigüedad, también el resto de elementos que empezó a utilizar el cristianismo primitivo no eran especialmente nuevos, sino que se utilizaron formas paganas ya conocidas, con nuevas claves simbólicas que tampoco contradecían a las anteriores. Temas como la vid (Baco), el pastor (Moscóforo), el orante, el pez, etc... ya se utilizaban anteriormente, pero la significación y simbolismo cristianos las renuevan y las resignifican. Para un cristiano la vid no tiene que ver con las fiestas de Baco, significa la sangre de Cristo que da vida, esa sangre de Cristo también se simboliza a través del vino, por eso no se contradice con el simbolismo pagano, sino que lo integra y lo completa. El trigo, en el mundo clásico era atributo de Ceres y símbolo de abundancia, la iconografía cristiana lo completa además con el Cuerpo de Cristo. La manzana, atributo de Venus en el mundo clásico, enlaza a su vez con el simbolismo del fruto prohibido del jardín del paraíso heredado de la tradición hebrea en la figura de Eva, más tarde complementada con la Virgen María asimilada en el cristianismo como la nueva Eva. También la vieira había sido atributo de Venus y símbolo de la fertilidad o fecundidad en la iconografía cristiana.

Los primeros cristianos heredan la tradición anicónica judía que rechazaba la representación de Dios y de los personajes de la Historia Sagrada, por tanto la progresiva evolución hacia la aceptación de las imágenes que hoy nos parece tan evidente en el mundo cristiano caminó de la mano de una inmersión plena en la cultura pagana greco-romana. A menudo suelen verse estas dos religiones como enfrentadas, y sin embargo desde el punto de vista simbólico, ambas están integradas y contenidas, de manera que el cristianismo pueda considerarse también una evolución e integración del paganismo. Ninguna tradición surge de la nada, sino que es precisamente fruto del proceso de asimilación de lo recibido o transmitido.El cristianismo asimiló la cultura clásica para la expresión de sus contenidos, y la belleza se aceptó como forma de elevar el alma y estimular la vida interior y la fe, por lo que el primer arte cristiano o el arte paleocristiano fue en esencia un arte simbólico, es decir, la imagen tenía un valor en función de su significado, pues el contenido o mensaje se consideró más importante que la forma.El origen etimológico de la voz griega nos habla de aquello que se lanza para unir, para religar. Así pues es la parte que necesita de otra para ensamblarse generando reconocimiento mutuo y unidad.

Por tanto el primitivo arte cristiano surgió a partir de representaciones sencillas tomadas de otras culturas en las que se priorizó el contenido simbólico. Poco a poco fue evolucionando hacia representaciones más complejas y más propias que a la vez fueron perdiendo simbolismo y por tanto conexión con los significados profundos de su contenido espiritual. Las imágenes, como el hombre, también se corrompen.

Barca

De esta misma manera, podemos hablar del simbolismo de la barca como heredero de una difusión atlántica de un elemento arcaico que impregna la tradición xacobea, pero que no es sustancial ni genuino de ella, sino que ha sido incorporada como lo hicieron también los primitivos símbolos cristianos, en un proceso de asimilación por el cual los ámbitos culturales distintos llegan a compartir o unificar rasgos de origen diferente para compatibilizarlos. Acerca del simbolismo de la navegación y de la barca René Guenon nos dice lo siguiente:

No podíamos dejar de lado tampoco la tradición celta con respecto al simbolismo de la barca, pues en el caso de Galicia, es probable que parte del simbolismo de la barca llegara a nosotros a través del cristianismo celta, es importante matizar esta cuestión, pues a menudo también se utiliza el celtismo como una especie de arma identitaria que se enfrenta al cristianismo, cuando el celtismo en Galicia, como en tantos otros sitios, se ha revivificado a través del cristianismo. Los bretones de Hispania fueron un grupo étnico de origen celto-británico que se asentó en el noroeste de la península ibérica durante los siglos V y VI. 

Su lugar de origen fue la provincia romana de Britania, y aunque en un principio pudiera entenderse su asentamiento en el noroeste peninsular como resultado de una huida de las invasiones germánicas, sin embargo los asentados en la Bretaña francesa (Armórica) ya habían encontrado un lugar seguro, y más cercano a los insulares. Por eso cabe preguntarse por el motivo que los llevó a desplazarse a un lugar tan lejano.

Gildas Bernier, entre otros muchos autores, introduce el factor religioso: quizás se trató de reforzar el catolicismo, propiciado por la monarquía católica de los suevos, constantemente amenazada por el arrianismo visigótico. Young acepta la idea de refuerzo frente a la presión goda, pero no desde un punto de vista religioso, sino militar. Los bretones habrían firmado -según este autor- algún tipo de pacto o «foedus» con los suevos, para reforzar la retaguardia sueva. Creemos que estos dos factores, el religioso y el militar es muy probable que estuvieran unidos, pues la función de la guerra exterior en conexión con la guerra interior es una manera simbólica propia de la Antigüedad de comprender la función sagrada de la guerra. Este carácter sagrado de la guerra nada tiene que ver con la comprensión instrumental y mecánica propia de las guerras modernas, incompatible del todo con cualquier simbolismo, quizás sea esa también la razón por la cual las guerras en la modernidad se hayan vuelto tan despiadadamente destructivas. 

Los bretones parecen haberse concentrado en el tercio norte de la actual provincia de Lugo, el norte de A Coruña y el Occidente asturiano. Según el Parroquial Suevo, documento administrativo redactado probablemente con ocasión del Concilio de Lugo (569), el área de asentamiento de los bretones se extendía por los territorios del Monasterio Máximo y por el área de las Asturias. La cita literal es la siguiente:

Llegaron incluso a fundar un obispado, el de Britonia (en la actualidad, Santa María de Bretoña, en Pastoriza) y el mencionado monasterio, el de Máximo, que podría haber sido la Basílica de San Martín de Mondoñedo, situado en la circunscripción de Foz. Esta sede fue mencionada por primera vez por las actas del primer concilio de Braga, celebrado en 561, donde se cita la presencia de un obispo denominado Maliosus, y por los documentos del Concilio de Braga (572), donde aparece el mismo obispo, cuyo nombre se transcribe esta vez como Maeloc o Mahiloc. Por los restos constructivos y sepulcrales hallados pertenecientes a los siglos VI y VII en la Basílica de San Martín de Mondoñedo muchos estudiosos opinan que el monasterio Máximo pudo haberse ubicado allí, coincidiendo con la época de esplendor del monasterio. Otros opinan que se pudo haber situado en la antigua iglesia parroquial de Santa María de Bretoña, principalmente por la semejanza lingüística.

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Basílica de San Martín de Mondoñedo, en el municipio de Foz, está considerada como la catedral más antigua de España, ya que en el siglo IX fue sede de dos obispados del reino de Galicia: uno trasladado desde Dumio, en el distrito de Braga (Portugal), y otro trasladado desde Bretoña, en la provincia de Lugo.​

Además de Bretoña, en el área norte de A Coruña nos encontramos también un Bertoña, hay topónimos con una raíz semejante más lejos: otra Bretoña al norte de Pontevedra y una Bertonia en el sur de Lugo. Además, hay un Bretón cerca de Oviedo y un Bretios y un Bertios en Lugo. No necesariamente esos topónimos tengan que remitirnos a la colonización bretona, pero al margen de estas raíces bret-, no existe una toponimia en la zona en la que podamos distinguir elementos lingüísticos bretones. Por otro lado, Alonso Romero ha relacionado las «barcas de pedra», a las que las tradiciones locales relacionan con los santos, con sus homólogas británicas y bretonas. Hay estudiosos que cuentan las cuatro tradiciones de Muxía, Misarela (Pobra do Caramiñal), Padrón y San Andrés de Teixido, pero dejan fuera una especialmente importante por estar situada en el centro mismo del área atribuida a los colonos bretones, se trata de la leyenda del Conde Santo, en Vilanova de Lourenzá.

En el caso de Muxía y San Andrés de Teixido, hay acantilados rocosos ricos en formas cuya visión favoreció la extensión de la leyenda entre la tradición popular, forma de rocas que remedan partes de una nave o naves volteadas por el mar. La tradición popular de Muxía aceptaba que la Virgen María, “Nosa Señora da Barca”, llegó en una barca de piedra para dar ánimos al apóstol Santiago en su labor evangelizadora, y cuyo timón y vela de material pétreo, se conservan en el pedregal local, visibles a los visitantes. La vela es la llamada Pedra dos Cadrís, por la vieja creencia de que curaba dolencias renales y lumbares a quienes pasaban ritualmente por el hueco natural que se forma debajo de ella, creencia que se encuentra también en lugares de Irlanda, y que sintoniza bien con la cultura de la piedra del mundo antiguo. En San Andrés de Teixido la leyenda cuenta que hasta allí llegó el apóstol Andrés en una barca de piedra, y el imaginario popular vio en sus acantilados los restos de la pétrea nave del santo volteada sobre las aguas una vez cumplida su misión.

Caso singular es la Barca de piedra de San Juan de Misarela; en el cauce del río Barbanza, en la parroquia de San Isidro de Posmarcos, concello de A Pobra do Caramiñal (A Coruña), en la confluencia con el llamado río das Pedras, enfrente de las ruinas del monasterio de San Juan de Misarela, se puede ver varada una barca de piedra granítica de unos cinco metros de eslora. Dice la leyenda que es la barca en la que llegó a aquel lugar San Mauro, fundador del eremitorio de Misarela, huyendo de sus perseguidores los legendarios mouros. Lo más relevante es que aparecen barcas de piedra en otros puntos del litoral atlántico de Europa, como Bretaña, Gales y Cornualles, y especialmente los encontramos en leyendas hagiográficas de Irlanda y de la Bretaña francesa, donde las naves pétreas traen héroes, guerreros y otros personajes mitológicos. 

Recogemos aquí algunos apuntes sobre el impacto de la tradición celta que recoge Pablo Río en la revista internacional de Arte - Cultura y Gnosis, Symbolos.

La integración que se dió en las islas británicas entre cristianismo y celtismo fue transmitada a la región mindoniense gallega a través de este asentamiento de Britonia del que Santa María de Bretoña, en Pastoriza, es una herencia toponímica entre otras. Esta herencia se evidencia también en la tradición de la barca de piedra y en una leyenda que enlaza con la navegación prodigiosa del Apóstol Santiago pero que sin embargo ha sido mucho menos conocida, se trata de la leyenda del Conde Santo de Vilanova de Lourenzá. Cuenta la leyenda que su sepulcro, al igual que el del apóstol Santiago, era una barca de piedra que partió de Palestina. Los Lourenzá son actores directos de la cimentación de Santiago como bandera de la cristiandad.

Leyenda del Conde Santo

Osorio Gutiérrez, más conocido como Conde Santo, vivió en el siglo X. Era de familia noble y rica, pariente de reyes y obispos, guerrero contra los moros. En el 969 enviuda y con más de 60 años de edad, funda el Monasterio de San Salvador de Lourenzá y decide profesar como monje benedictino. Después de su muerte y a consecuencia de los efectos que se le atibuyen a sus restos y al magnífico sarcófago de arte paleocristiano en el que se guardan sus restos, nace la leyenda y la santificación popular. Cuando los monjes benedicitinos de Lourenzá esperaban la canonización del fundador, llegó la desamortización y fueron expulsados del monasterio. A pesar de no ser santo oficial, con el culto autorizado por el obispado mindoniense, el ayuntamiento de Lourenzá le dedica su fiesta principal en el último fin de semana de agosto, y rememora sus andanzas con una recreación teatral. Se sabe que Osorio Gutiérrez viajó a los Santos Lugares al final de la vida y que fue entonces cuando compró el sarcófago de mármol gris en el que reposa. Se cuenta que estando en Jaffa vio siete moros labrando un hermosísimo sarcófago decorado con estrígilos y un crismón en el centro de la cara principal. Por 500 siclos de oro, una cantidad exagerada para la época, lo compró e hizo que lo porteasen hasta el mar. Con la punta del báculo le hizo una marca en señal de posesión, selló la tapa y ordenó al sarcófago que se dirigiera a Lourenzá. El sarcófago obedeció; navegó el Mediterráneo y el Atlántico, y llegó al puerto de Moreda, antiguo nombre de Foz. El entonces obispo mindoniense, un tal Teodomiro, lo fue a reconocer, mandó que lo subieran a un carro y que se lo llevaran a su residencia pero, ni doce ni veinte hombres que lo intentaran, no pudieron con él. –El tiempo descubrirá para quien ha ser el sarcófago –dijo el obispo. Cuando regresó el conde de su viaje de peregrinación, mandó dos jóvenes a recogerlo y ellos solos, sin otra ayuda, montaron en un carro los dos mil kilos de peso y lo llevaron a Lourenzá. Poco después murió el conde y nació el mito.

Sarcófago


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Sarcófago del Conde Santo en la capilla de Nuestra Señora de Valdeflores, en la iglesia de Santa María, en Vilanova de Lourenzá

Se trata del único sarcófago paleocristiano que se conserva completo actualmente en Galicia. Fue realizado en el siglo VI, muy anteriormente a su llegada a Vilanova, por artesanos de talleres aquitanos. La presencia de esta pieza en Lourenzá es probable que demuestre la existencia de unas relaciones culturales y comerciales bastante intensas entre la costa gallega y la de Burdeos. El propio material evidencia que el sarcófago es una pieza de importación, ya que en Galicia se carecía del mármol gris azulado en el que está labrado.

Destaca su sencillez ornamental, aunque en el frente del sarcófago es significativa la decoración de estrígilos, en forma de yugo o de 3, dispuestos a ambos lados del crismón, motivo central como tema cristiano, que se encuentra dentro de una triple corona de laurel. Como hemos visto, en los primitivos años del cristianismo el simbolismo era mucho más rico e intenso, surgen en estos año el anagrama de Cristo, o crismón, dentro de un contexto pagano en el que resultaba habitual la permutación o sobreimpresión de la cruz griega y la «cruz platónica» (X). Esta cruz, en su variante de ocho brazos y contorneada por un círculo, es muy similar, en sus formas, a la rueda o la rueda del . El diseño elemental del crismón resulta de superponer una y una , las dos primeras letras del nombre de Cristo en griego koiné: Χριστός (Khristós, “el ungido”). En otras versiones, la X se sustituye por la Τ (tau) haciendo así una pequeña cruz latina. El crismón aparece a veces acompañado de otros elementos, como las letras α (alfa) y ω (omega), la primera y la última del alfabeto griego, que representan a Cristo como principio y fin de todas las cosas. El crismón incorpora antiguos significados que ya estaban en símbolos caldeos, fenicios, hebreos, celtas y griegos, pero que se engarzan perfectamente dentro de los valores que ensalza el primitivo cristianismo.

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Grabado en cobre por Varin, con el tema del baño romano y el estrígil, 1773

La habitual decoración de estrígiles, formas en S, según Elvira Barba, se creó por un deslizamiento semántico. El estrígil era un utensilio con hendiduras en S que utilizaban los atletas clásicos para limpiarse el barro de su cuerpo tras los Juegos. De aquí que se utilizara en los sarcófagos como una forma simbólica de limpieza (tema que de lo pagano pasará a la figuración paleocristiana). Pero, como hemos visto anteriormente, aunque este tipo de decoración haya podido estar relacionada en un principio con este útil de higiene personal pagano, sin duda el componente simbólico que el cristianismo aportará lo cargará de una significación mucho más rica. De hecho si nos detenemos a contar el número de ondulaciones en forma de 3 obtenemos en total el número 33, el cual no nos parece una casualidad, teniendo en cuenta la importancia y el simbolismo del número 3 dentro del cristianismo. Mucha gente sabe que Jesús tenía 33 años en el momento de su crucifixión. Pero además es también un número sagrado muy presente en el Antiguo Testamento. El número 33 aparece una y otra vez al momento de las más profundas promesas de Dios. Pero a diferencia de otros números sagrados, el 33 suele encontrarse oculto. La 33ª vez que se usa el nombre de Noé en las Escrituras es cuando Dios hace un pacto especial con él para no volver a destruir el mundo entero con un diluvio. (Gén 9,12). La 33ª vez que el nombre de Abraham aparece en la Biblia es cuando Isaac, el hijo de la promesa, nace cuando él tiene cien años (Gén 21,5). La 33ª vez que aparece el nombre de Jacob es cuando él tuvo la visión de la escalera que llegaba al cielo (Gén 28,12). El número 33 es en esencia dos tres. En hebreo, tres está representado por la letra guimel ג de la raíz gamal גמל que significa “repartir a, dar”. El término “gemilut hasidim”: la práctica de la bondad amorosa hacia los demás, también proviene de esta misma raíz. Esa es la esencia que guía la promesa de Dios a Noé, Abrahám y Jacob.

Estos pasajes nos conducen al tema de la Alianza que parece también simbolizarse tanto en el arca como en la barca, ambas son un semicírculo que flota sobre las aguas, y que se completa con otro semicírculo (el arco iris) en las aguas superiores para sellar la alianza. También del encuentro entre dos circunferencias surge el símbolo de la o mandorla, el pez fue, desde los orígenes, un símbolo de Cristo no solo por esconder un acróstilo de Cristo, las iniciales de la palabra pez, en griego, coinciden con las iniciales de la expresión griega (Jesucristo, Hijo de Dios, salvador), sino más bien por el simbolismo geométrico que encierra. La es un símbolo antiguo formado por la superposición de dos círculos del mismo tamaño, de modo que el centro de cada círculo se encuentra en la circunferencia del otro. La forma resultante en el medio parece una almendra, un ojo o un portal. La geometría sagrada de la que deriva esta figura se relaciona directamente con uno de los grandes números revelados a los egipcios, la raíz de 3. Por tanto el número 3, junto con las formas sinuosas en S (que también recuerdan la forma de un yugo suave) que están presentes en la decoración de éste y tantos otros sarcófagos paleocristianos, tienen un simbolismo presente en la figura de la , símbolo de la unión de los opuestos y entrelazamiento de los reinos espiritual y físico. También es significativo que haya podido utilizarse el dibujo del pez precisamente dejando la figura incompleta, pues se ha dicho que cuando los apóstoles salían a predicar y llegaban a algún lugar, dibujaban la mitad de un pez en la arena o en el barro; si allí había cristianos, ellos completaban la otra mitad del dibujo y eran reconocidos como tales por los apóstoles, muy similar por cierto a la función del symbolon (σύμβολον)griego.

 La es el portal del nacimiento, la intersección de lo divino y lo mundano, la dualidad en la unidad y la unidad en la dualidad, es también un símbolo femenino que más tarde se asociaría a la Virgen María, a quien mejor se le aplica la idea del yugo suave y la carga ligera. Por otro lado, el área donde se juntan los ríos Tigris y Eufrates, lugar donde tradicionalmente se encontraría la ubicación original del Edén o Paraíso, queda en la latitud 33º 30’N, donde actualmente se encuentra Irak, cuyo capital Bagdad, se encuentra en la latitud 33º 33’N. 

También encontramos en el sarcófago una decoración con una rosa sexifolia, que nos transmite la idea de una

, una completa integración de los opuestos, la unidad del Espíritu y la Materia, que en la Rosacruz se resume con la máxima

(A la Rosa por la Cruz, a la Cruz por la Rosa”).

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Dibujo del sarcófago del Conde Santo, extraído de aquí

Precisamente, es esta decoración de rosas y la forma de flanquear el sarcófago con las columnillas lo que evidencia su origen aquitano y su datación del siglo VI, según nos cuenta Silvia Martínez Couce.

A través del mito del Conde Santo y su sarcófago de decoración paleocristiana podemos viajar en el tiempo hacia un período en el que los símbolos cristianos eran un poco más arcaicos y por tanto más cargados de simbolismo, entre ellos podemos comprobar que el símbolo de la barca y el pez se encuentran unidos desde sus orígenes, antes de que la cruz y el crucifijo fueran signos de identidad y reconocimiento universal entre los cristianos católicos. El pez () poseía un variado y múltiple simbolismo, que abarcaba desde la acepción astrológica que supuso la entrada temporal en el signo de Piscis dentro del gran año solar (precesión), hasta la representación de las aguas y las inundaciones del Nilo como clave de regeneración anual del cosmos. Es así mismo interesante notar los paralelismos entre el mito del Apóstol y el de Isis, que peregrina por las orillas del Nilo para reconstruir el cuerpo desmembrado de Osiris que también había sido expulsado en un sarcófago o barca/tumba que recorrió las aguas del Nilo.

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