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Foto del escritorMarta Cuba

Pulchra Leonina

Transmutación de la piedra en luz… 

Apocalipsis, 21


15 El que hablaba conmigo tenía una vara de medir de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro.
16 La ciudad está asentada en forma de cuadro, y su longitud es igual que su anchura. Y midió la ciudad con la vara, 12,000 estadios. Su longitud, anchura, y altura son iguales.
17 Midió su muro, 144 codos, según medida humana, que es también medida de ángel.
18 El material del muro era jaspe, y la ciudad era de oro puro semejante al cristal puro.
19 Los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda clase de piedras preciosas: el primer cimiento, jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda;
20 el quinto, sardónice; el sexto, sardio; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; y el duodécimo, amatista.
21 Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era de una sola perla. La calle de la ciudad era de oro puro, como cristal transparente.

Retablo mayor y vidrieras de la Catedral de León, con varias de las pinturas góticas originales de Nicolás Francés




Coro de la Catedral de León, maravilla gótica tallada en madera de nogal recolectada durante 5 años en los bosques de León


“Los constructores de la Edad Media habían heredado la fe y la modestia. Artífices anónimos de verdaderas obras maestras, edificaron para la Verdad, para la afirmación de su ideal, para la propagación y el ennoblecimiento de su ciencia. Los del Renacimiento, preocupados sobre todo de su personalidad, celosos de su valor, edificaron para perpetuar sus nombres. La Edad Media debió su esplendor a la originalidad de sus creaciones; el Renacimiento debió su fama a la fidelidad servil de sus copias. Aquí, una idea; allá, una moda. De un lado, el genio; del otro, el talento. En la obra gótica, la hechura permanece sometida a la Idea; en la obra renacentista, la domina y la borra. Una habla al corazón, al cerebro, al alma: es el triunfo del espíritu; la otra se dirige a los sentidos: es la glorificación de la materia. Del siglo XII al XV, pobreza de medios, pero riqueza de expresión; a partir del XVI, belleza plástica, mediocridad de invención. Los maestros medievales supieron animar la piedra calcárea común; los artistas del Renacimiento dejaron el mármol inerte y frío.”


Fulcanelli


Trascoro renacentista junto a vidrieras góticas en la Catedral de León. No hay más que observar uno y otro para comprender las palabras de Fulcanelli


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