Jardín
Y tendremos jardines por cuyo suelo corren los ríos
A partir de la recuperación del topos medieval del hortus conclusus nos adentraremos en la riqueza del simbolismo del jardín/huerto, que nos conduce hacia un recorrido que entrelaza el jardín de la caída (jardín del Edén) con el jardín anticipo de la redención, o liberación, un camino que parte desde la conciencia del pecado hasta la liberación del mismo. Además de ser el lugar sensual por excelencia para las escenas amorosas de cualquier período histórico, el jardín es un símbolo de lo femenino, del amor, de la fecundidad pero también de la virginidad. Hoy en día estamos acostumbrados a comprender el mundo exclusivamente desde lo plano material, sin embargo no fue así en todas las épocas. Se dice que los primeros habitantes del original jardín de Edén reunían en su conocimiento los cuatro niveles de interpretación o acercamiento divino, lo cual provienen de las consonantes que componen la palabra PaRDeS, paraíso en hebreo, cuyo significado alude específicamente a un huerto de frutales: peshát (literal), rémez (pista), derásh (investigar), sod (secreto). Desde estos cuatro niveles nos adentraremos en la riqueza simbólica del jardín. La referencia religiosa propia del hortus conclusus medieval se forjó en contacto con la herencia de la tradición clásica, la poesía pastoril, la herencia de las Sagradas Escrituras, los Libros de los Profetas y los Salmos, la idea de ‘paraíso de piedad’ de los Oráculos Caldeos, etc; pero entre todas las fuentes de inspiración hay una que se destaca, el Cantar de los Cantar, donde la esposa aparece como ‘jardín cerrado’ y ‘fuente sellada’.
Tú eres un jardín cerrado, amada mía; eres un jardín cerrado, ¡eres sellado manantial! El paraíso de tus pechos es un huerto de manzanos. Hay en él nardos y azahares, los más variados aromas, y las más finas especias. Eres la fuente de los jardines, ¡el manantial de agua viva que baja del monte Líbano!
(Cantares 4,12-15)
Que el motivo literario erótico de este texto esté incluido en el canon bíblico no nos deja ninguna duda sobre la importancia del amor humano en todos los textos sagrados del cristianismo, y de que, cuando se habla desde el nivel espiritual no queda fuera ningún nivel físico o corporal, sin embargo, no es así al revés. Asimismo, creemos importante resaltar la relación que a menudo tuvo este lugar trascendente del jardín con el simbolismo de la montaña y la gruta. La relación milenaria entre montaña y vergel, nos recuerda que la montaña es el lugar en el que el cielo y la tierra se aproximan entre sí, el lugar del encuentro y la revelación.
¡Ah, sí rompiesen los cielos y descendieses -ante tu faz los montes si derretirían (Is 63,19).